Por eso, el establecimiento de la enferméride en 1977 por la organización mundial de la salud constituye un recordatorio contra la degradación ambiental, muy común en las grandes ciudades industrializadas, y de repercusiones para la vida del hombre y el buen estado de los ecosistemas.
En Estados Unidos (donde surgió la iniciativa de establecer fecha) más de 80 millones de personas ven afectada su salud cada año por el aire contaminado, de acuerdo con organizaciones especializadas.
Las muertes en el mundo por enfermedades respiratorias y cardiovasculares se han incrementado en un 10% por la alta contaminación atmosférica de las grandes ciudades, principalmente en las naciones desarrolladas. Pero la humanidad no puede seguir sufriendo semejante deterioro, que la expone a la desaparición.
Un monitoreo constante por expertos determina las causas del fenómeno, prevé la evolución y repercusión, y recomienda las medidas que eviten o minimicen sus efectos perjudicales, con el objetivo de elevar el nivel de salud y bienestar de la población, la protección de los ecosistemas, el clima y otros recursos naturales y esconómico-sociales.
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