También es conocido bajo la denominación genérica de hombre, aunque ese término es ambiguo pues se usa también para referirse a los individuos de sexo masculino y en particular a los varones adultos.2 3 Los seres humanos pueden llegar a desarrollar capacidades mentales que les permiten inventar, aprender y utilizar estructuras lingüísticas complejas, matemáticas, escritura, ciencia, tecnología. Los humanos son entes sociales, capaces de concebir, transmitir y aprender conceptos totalmente abstractos. No se tiene evidencia de que exista otra forma de vida con dichas capacidades —o superiores— en el universo.
En el pasado, el género Homo fue más diversificado, y durante el último millón y medio de años incluía otras especies ya extintas. Desde la extinción del Homo neanderthalensis, hace 25 000 años y del Homo floresiensis, hace unos 12 000 años, el Homo sapiens es la única especie conocida del género Homo que aún perdura.
Hasta hace poco, la biología utilizaba un nombre trinomial Homo sapiens sapiens para esta especie, pero más recientemente se ha descartado el nexo filogenético entre el neandertal y la actual humanidad,4 por lo que se usa exclusivamente el nombre binomial. Homo sapiens pertenece a una estirpe de Primates, los hominoideos. Evolutivamente se diferenció en África y de ese ancestro surgió la familia de la que forman parte los homínidos.
Filosóficamente, el ser humano se ha definido y redefinido a sí mismo de numerosas maneras a través de la historia, otorgándose de esta manera un propósito positivo o negativo respecto de su propia existencia. Existen diversos sistemas religiosos e ideales filosóficos que, de acuerdo a una diversa gama de culturas e ideales individuales, tienen como propósito y función responder algunas de esas interrogantes existenciales. Los seres humanos tienen la capacidad de ser conscientes de sí mismos, así como de su pasado; saben que tienen el poder de planear, transformar y realizar proyectos de diversos tipos. En función a esta capacidad, han creado diversos códigos morales y dogmas orientados directamente al manejo de estas capacidades. Además, pueden ser conscientes de responsabilidades y peligros provenientes de la naturaleza, así como de otros seres humanos.
Nombre científico
Una connotación moderna del ser humano es la de homo faber, que significa hombre que fabrica, hombre que crea, haciendo alusión a la tecnología de que dispone y ha sido artífice por medio de la civilización.
Linneo clasificó al hombre y a los monos en un grupo que llamó antropomorfos, como subconjunto del grupo cuadrúpedos, pues entonces no reconocía signos orgánicos que le permitieran ubicar al ser humano en un lugar privilegiado de la escala de los vivientes. Años más tarde, en el prefacio de Fauna suecica, manifestó que había clasificado al hombre como cuadrúpedo porque no era planta ni piedra, sino un animal, tanto por su género de vida como por su locomoción y porque además, no había podido encontrar un solo carácter distintivo por el cual el hombre se diferenciara del mono; en otro contexto afirmó sin embargo que considera al hombre como el fin último de la creación. A partir de la décima edición de Systema naturae reemplazó a los cuadrúpedos por los mamíferos y como primer orden de estos, puso a los primates, entre los cuales colocó al hombre. Linneo tuvo el mérito de dar origen a un nuevo e inmenso campo epistemológíco, el de la antropología, si bien se limitó a enunciarlo y no lo cultivó. A él tendrán que remitirse todos los científicos posteriores, tanto para retomar sus definiciones como para criticarlas. En 1758 se definió al Homo sapiens linneano como una especie diurna que cambiaba por la educación y el clima.
En la actualidad existen defensores de incluir al ser humano, chimpancé (Pan troglodites) y bonobo (Pan paniscus) en el mismo género, dada la cercanía filogenética, que es más estrecha que la que se encuentra entre otras especies animales que sí están agrupadas genericamente.6
Biología
Cuerpo humano
El organismo humano, como el de todos los mamíferos, posee un alto nivel de complejidad, pues cada órgano, tejido, aparato y sistema, está en compleja interrelación que lo mantiene en funcionamiento. Sobre él han surgido a lo largo de la historia movimientos artísticos y científicos para admirarlo y tratar de comprenderlo, especialmente en la edad del humanismo en Grecia y el Renacimiento europeo.
En cuanto a su locomoción y movimiento, es uno de los más plásticos del reino animal, pues existe una amplia gama de movimientos posibles, lo que le capacita para actividades como el arte escénico y la danza, el deporte y un sinnúmero de actividades cotidianas. Asimismo destaca la habilidad de manipulación, gracias a los pulgares oponibles, que le facilitan la fabricación y uso de instrumentos.
La especie humana posee un notorio dimorfismo sexual en el nivel anatómico, por ejemplo, la talla media actual entre los varones caucásicos (si crecen bien nutridos y con poco estrés) hacia los 21 años es de 1,75 m, la talla media de las mujeres caucásicas en iguales condiciones es de 1,62 m, y los pesos promedios respectivos son de 75 kg y 61 kg respectivamente; aunque sí se ha notado una «tendencia secular» al aumento de las tallas (especialmente durante el siglo XX).
Mente
La mente se refiere colectivamente a aspectos del entendimiento y conciencia que son combinación de capacidades como el raciocinio, la percepción, la emoción, la memoria, la imaginación y la voluntad. La mente, para los materialistas, es un resultado de la actividad del cerebro.
El término pensamiento define todos los productos que la mente puede generar incluyendo las actividades racionales del intelecto o las abstracciones de la imaginación; todo aquello que sea de naturaleza mental es considerado pensamiento, bien sean estos abstractos, racionales, creativos, artísticos, etc. Junto con los cetáceos superiores (delfines y ballenas), los homininos de los géneros Gorilla y Pan y los elefantes, alcanza el mayor desarrollo en la escala evolutiva y aún muchas de sus interacciones nos son desconocidas.
Nutrición humana
Véanse también: Régimen alimenticio y Alimentación humana.
Etología
Ciclo vital
Sexualidad
Entre otras implicaciones, la importancia del lenguaje simbólico en el Homo sapiens, hace que los significantes sean los soportes del pensar o los pensamientos. En nuestra especie, el pensar humano, a partir de los tres años y medio de edad se hace prevalentemente simbólico.
Asociado con lo anterior (y esto lo explica el psicoanálisis), debe notarse que la especie humana es prácticamente la única que se mantiene en celo sexual continuo: es realmente destacable que en la especie humana no exista un estro propiamente dicho. En las mujeres existe un ciclo de actividad ovárica en virtud del cual existen cambios fisiológicos en todo su sistema reproductivo y del cual derivan ciertos cambios de conducta. Sin embargo, como en las mujeres la aceptación sexual no se circunscribe a una parte del ciclo reproductivo, no se debería usar el término "estro" o "celo" en el ser humano, dado que la aceptación sexual es independiente de su ciclo reproductivo. Ya entre chimpancés y, sobre todo, bonobos, se nota una conducta próxima.
Ahora bien; dada la dificultad de vivir solamente practicando relaciones sexuales, un "mecanismo" evolutivo compensatorio habría sido el de la sublimación -la cual se considera asociada a la existencia de un lenguaje y un pensar simbólicos-, si se da una sublimación esto parece significar que, también se da una represión (en el sentido freudiano) que origina a lo inconsciente. El Homo sapiens es, en este sentido, un animal pulsional. Según la reflexología de Pavlov el Homo sapiens no se restringe a un "primer sistema de señales" (el de estímulo/respuesta y respuesta a un estímulo substitutivo), sino que el ser humano se encuentra en un nivel de "segundo sistema de señales". Este segundo sistema es, principalmente el del lenguaje simbólico que permite una heurística, que es la capacidad para realizar de forma inmediata innovaciones positivas para sus fines.
Por otra parte, la especie humana es de las pocas, junto con el bonobo (Pan paniscus) en el reino animal que copula cara a cara, lo cual tiene implicaciones emocionales de gran relevancia para la especie.
Cabe anotar que con el surgimiento de la teoría de la inteligencia emocional, desde la psicología sistémica, el ser humano no debe reducirse a sus pulsiones, las cuales sublima o reprime, sino que se entiende como un ser sexuado, que vive esta dimensión en relación con la formación recibida en la familia y la sociedad. La sexualidad se forma entonces desde los primeros años y se va entendiendo como una vivencia procesual acorde a su ciclo vital y su contexto socio-cultural.
A diferencia de lo que ocurre en la mayor parte de las otras especies sexuadas, la mujer sigue viviendo mucho tiempo tras la menopausia. En las otras especies la hembra suele fenecer al poco tiempo de llegada la misma.
La cantidad máxima natural de prole que puede tener una mujer parece estar en los 25 hijos.
Por la indicada prematuración, la madurez sexo-genital es -en relación a otras especies- muy tardía entre los individuos de la especie humana, actualmente en muchas zonas la menarquia está ocurriendo a los 11 años, esto significa que, aunque la madurez sexo-genital es siempre lenta en la especie humana, existe un adelantamiento de la misma respecto a épocas pasadas (del mismo modo suele darse una menopausia cada vez más tardía). Pero si la madurez sexo-genital es tardía en la especie humana, aún más suele serlo la madurez intelectual y, en especial la madurez emotiva.
La diversidad cultural que presenta esta especie genera una gran variedad de comportamientos. Un ejemplo de ello es la eclosión que experimenan las capacidades simbólicas, producto de una mente compleja que se venía advirtiendo ya desde etapas anteriores. El arte, las creeencias funerarias o los objetos sin utilidad activa, caso de los adornos personales, son sin duda elementos de cohesión y control social entre grupos donde los traumatismos y los signos de violencia son rasgos cada vez más habituales.
La ruptura del quilibrio existente entre los grupos de cazadores- recolectores y el medio contribuyó en gran medida a la creación de un sentimiento de territorialidad. Tiempo despues, con temperaturas más favorables y con el control sobre la reproducción de animales y plantas, se redobla el esfuerzo invertido en la tierra y los poblados se vuelven cada vez más estables. Paulatinamente se va produciendo un abandono de las costumbres nómadas en favor de un mayor grado de sedentarización.
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